
Llegaste como una tormenta: inesperada, arreciando para hacerte un hueco y empapándome sin darme tiempo a escapar. Como una nube negra me cubriste, pero tus besos y caricias limpiaron como agua fresca que purifica. Como una tormenta te fuiste: de repente, despejando dudas como cielos que se iluminan entre cúmulos y dejando el recuerdo de tu aroma fresco.