
No recuerdo cuando empecé a olvidar. Adormilado por la belleza de tu blanca piel, no percibía más que tus ojos, tus labios, tu cuerpo… el resto, me llegaba fragmentado e inconexo, como en un sueño. Hasta que te fuiste y desperté. Entonces fue tu imagen la que comenzó a borrarse. No recuerdo qué fue lo primero que olvidé. Quizá tus palabras o tus gestos. Tal vez los lunares o el tacto de tu tez. Poco a poco te fuiste fragmentando en mi memoria permaneciendo tan sólo detalles inconexos, como en un sueño.