
Su abrazo me dejó frío. Llegaba con meses de retraso y me pareció forzado. Por eso me quedé inmóvil, dejando que sus brazos se enredaran en mi espalda mientras los míos caían sin tomar una decisión. Se extrañó y preguntó por mi pasado deseo. Se ha disuelto, contesté, entre las miradas no devueltas, los besos esquivados y las caricias perdidas.