De la puerta de la vida a la ventana del deseo sólo hay cinco pasos. Cinco interminables pasos que separan la realidad de los sueños, la indolencia del anhelo. Cinco pasos pesados como una losa que lapida la fantasía. Un día, mientras los demás celebraban la luz del verano, decidió romper la línea divisoria. Cerró la puerta tras de sí marchando con lo puesto por un sendero incierto; el faro de la emoción como rumbo. Sabía que no volvería.
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