
Como la acera, como las mesas, como las sombras, mi figura forma parte del paseo donde cada mañana, cada tarde, imagino que apareces. Con las volutas de humo dibujo tu figura torneándose ante mis ojos mientras la brisa asesina termina por borrarte tras difuminar los perfiles. Y el tiempo se detiene hasta la siguiente calada. El doctor me pide que lo deje; que no me hacen bien ni el tabaco ni tu recuerdo; que el hollín ensucia mis pulmones y la nostalgia el corazón. Pero más me duele la ausencia que ocupo con caracoles al viento contemplando cómo vuelan y deshacen mientras imagino que apareces.