
Hasta que llegó el quinto no había demasiado problema. Incluso con un poco de anarquía conseguíamos que los niños llegaran a tiempo al colegio y sentarnos todos juntos a la mesa para las comidas. Cuando nació Marcial las cosas se complicaron y necesitamos imponer disciplinas. A partir del sexto la organización cuartelaria nos salvó del caos.