
Hasta aquella noche no me había parado a pensar -tantas veces la rutina adormece la reflexión- qué hacía yo aquí, soñando mientras despachaba bocados a hambrientos saltarines. El estadio rebosaba pero, en verdad, sólo éramos tres: unos buscaban la gloria, otros el gozo, algunos, simplemente la supervivencia; quizá distintas formas de nombrar a la felicidad.