
Me voy a buscar el verano, te dije y me marché. Con la prisa de las nubes recorrí las playas más hermosas del planeta contemplando amaneceres y ocasos. El calor del sol en la piel y el confort de la brisa en la cara como únicos compañeros. Y tu recuerdo. Por eso, en cada estación rellenaba postales con tu nombre que jamás deposité en el buzón sino al libre albedrío del viento.