
Ignoraba los paisajes, el cansancio y hasta el viento en contra. Ignoraba el camino, el destino y los desniveles. Hacía frío, eso lo recuerdo porque el aire me traía tu aroma. También recuerdo la piedra con la que casi tropiezo por volver la vista para mirarte sonreír. Y tu carcajada por mi torpeza. Y el centelleo de tus ojos. Desalojaron las calles para abrirnos paso y los balcones, conmovidos con la emoción, abrieron sus rejas para que las flores se asomaran.