
Decidido a derribar fronteras me acerqué a los confines de tu cuerpo. De gasa y algodón las barreras que frenaban el impulso de los dedos, escondían y mostraban el contorno que las ganas anhelaban conquistar y, llegando hasta un punto sin retorno, tus dudas una a una logré despojar. Cayeron muros, defensas y alambradas; desmontamos, aduanas, oficinas y peajes. Y con las brújulas, por fin, alborotadas, nuestras pieles pregonaron mestizajes.