
La primera vez ves todo negro y una luz al fondo que te quiere devorar. Crecen a cada paso los peldaños que conducen a las tablas pero la boca hambrienta se acerca. Cuando consigues llegar, te asomas al borde de un pozo sin fondo del que llega un eco lejano que te grita. El vértigo te empuja. Entonces, suenan los primeros acordes y comienzas a volar.