
Yes. Cuando terminó la música sonó una risa burlona; preámbulo de un silencio absoluto que pilló a nuestros latidos infraganti. También nosotros reímos porque las miradas llevaban un rato besándose y los labios no se atrevían. Parecía que el disco se hubiese dado cuenta y quiso, con su carcajada, despabilarnos. Un tímido beso en la frente rasgó el aire, después las manos se escaparon y me acercaron su cuerpo. Ella me regaló la lengua y la ropa se confundió entrelazada. Si las bocas se separaban los ojos volvían a besarse y la bebida se calentó sobre la mesa. Como afuera llovía fuimos a la cama en brazos de una nube. Hoy los gatos han dormido en el sofá y un mirlo mojado nos ha sorprendido abrazados al amanecer.