
Ni los años, ni la artrosis, ni la vista cansada, ni las obligadas y, cada vez más frecuentes, visitas al médico pueden con su voluntad. De fregar, de bailar, de no parar, en su casa está más desgastado el suelo que las sillas y en la cocina siempre hay fiesta. Nada tiene porque nada quiere; salvo ver bien a los suyos y por eso, aunque a veces lo olvide, lo tiene todo. Ni dormida reposa porque su cabeza sigue activa y cuando no tiene que hacer, comienza de nuevo. Para muestra, un botón.