
Cada día me cuesta más subir a la escalera y ¿Quién va a podar las parras cuando yo no pueda? El día menos pensado las arranco y compro un toldo. Total, si ya a nadie le gusta el vino casero y para los pocos días de sol que tenemos, tampoco necesitamos la sombra… pero, bueno, mejor no pensar en eso. Anda, María, acércame unos alambres de ahí.