
Los poetas sufren buscando el adjetivo perfecto que defina el sufrimiento del mundo en su imparable girar. Pero hoy nadie lee poesía porque a nadie le interesa más que el propio sufrir. La alternativa no habrá de ser el silencio. Más difícil todavía, como en el circo: un doble salto mortal sin red hasta encontrar el modo de que los que no quieren ver abran por fin los ojos.
El circo debería moverse… ¿Ves el movimiento? Yo a veces sí y a veces no… No sé por qué…