Primero pensé que un grano de arena carecía de importancia comparado con la montaña; mucho más si miraba el paisaje alrededor y me parecía absolutamente insignificante si alzaba la vista para ver el cielo con sus astros. Enseguida me di cuenta de que, si desplazaba ese grano de arena, un trozo de la montaña se desmoronaba y el paisaje comenzaba a cambiar. Bueno, quizá no llegara a alterar la órbita terrestre pero sin duda, gracias a ese montón de granos de tierra, aparentemente insignificantes, existe este planeta que no cesa de girar.
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