
Debido a un exceso de sentimientos se me indigestaron los pensamientos. Casi me mareo de los retortijones pero sufría estreñimiento del habla y apenas lograba expulsar pequeños monosílabos duros. Hinchado, dolorido, fatigado y nervioso, corrí a la orilla y vomité la angustia por el muelle. Un hervidero de peces acudió hambriento a alimentarse pero asqueados por el sabor amargo huyeron dejando caer las palabras no dichas al fondo, donde se fundieron con el fango.