
Creo que había camareros y mesas y parroquianos pero dejaron de existir tras la tercera vuelta. Porque mis ojos atraparon tu mirada y tus manos las mías mientras los pies flotaban al compás sobre un mundo que giraba tan ajeno a nuestros pasos como nosotros a sus cuitas. Ahora que lo pienso, creo que tampoco había música pero ¿qué importa un detalle tan insignificante?