
No me preocupa la muerte sino la vida. Por eso no me dan pena los que se van sino los que quedan. Yoko (“la blanquita”) se fue y estamos tristes pero no por ella sino porque ahora nadie se sienta encima del teclado mientras escribo estas letras, porque nadie me tapa la pantalla cuando intento elegir la foto, porque su hermana deambula por todos los rincones de la casa buscando a su hermana desaparecida.