
Hay noches que la cama es más fría y mayor el vacío, que las sábanas desamparan y calla una almohada inútil. Resulta vano el calor de los gatos y se alejan las paredes, no calma un poema y tras el cristal tililan tristes bombillas. Hay noches que se congelan los pies que no caliento y no hay nada que perder porque nada se ganó. El lado del colchón que no se hunde aprisiona mi pecho y no se apaga la vela de tu mesilla que no se encendió. Hay noches que no basta el silencio ni la mano conocida y la mirada que sueña echa el cierre recordándote, imaginándote.