
“Si me das un puñado de pipas te regalo una canción”, le dijo el niño a la princesa del Sol. “Me sobran palabras y me faltan semillas” le respondió desdeñosa. Pero se comieron los versos y arrojaron las cáscaras al arroyo. Con regusto salado en el paladar, el músico continuó su camino siguiendo a la flota de estrofas sobrantes que se llevaba la corriente.