
Cada mañana, desde hace ya casi veinte mil, nos despertamos juntos. Ahora que no tengo que ir al trabajo, me encargo de las compras pequeñas mientras ella se queda limpiando la casa limpia. A veces pienso que ya nos hemos dicho todo pero siempre encontramos conversación. Si no hablamos nos leemos el pensamiento; como mis manos, que saben donde tocar aunque yo no se lo diga. Hoy me he levantado pachucho pero no quiero que se preocupe así que la he invitado a la bodega a tomar un tinto de verano y unas gambas. Le he dicho que celebrábamos el aniversario de su cantante favorito pero sospecho que no me ha creído.