Algunas mañanas el dolor de huesos es tan fuerte que le gustaría fundirse con el colchón y no levantarse. Entonces busca un motivo. Antes resultaba más fácil; primero los hijos y después los nietos la mantenían ocupada. Pero unos marcharon, otros crecieron y ahora el tiempo se cuenta en los estantes sin polvo que repasa una y otra vez para verificar su pulcritud mientras espera junto al teléfono que le recuerden que la quieren, que sigue siendo necesaria.
Espera
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