
Me sabe a tierra este brindis. A la tierra que acogió las cepas y alimentó las ramas de las que nacieron las uvas que regalaron el vino. A la tierra que ofreció el barro para que el alfarero manchara sus manos modelando la jarra para que descansara el vino. Me sabe a tierra, a trabajo y a sudor; a esfuerzo y recompensa; a tiempo y reposo. Brindemos pues, alegres, aunque la industria multicolor de las burbujas químicas asome amenazante por la retaguardia.