
Refresca la tarde y se calienta la cerveza en la copa. Desde el palco de un bar observo en silencio el espectáculo: actores anónimos que desfilan por un decorado perfecto. El barullo de la calle apaga los diálogos y no hay subtítulos; las historias se pierden por el pasillo mientras imagino un final feliz antes de que caiga el telón.