
De pronto sonaron los violines. Miré alrededor y no encontré músico alguno pero los violines seguían sonando. Pensé que ella también los oía pues caminaba al compás, no como mi corazón, que latía fuera de ritmo y affrettando. Pasó de largo y la sinfonía terminó con un rallentando final pero durante un tiempo no logré quitarme aquella melodía de la cabeza.