
Piensas que puedo alcanzar la meta con sólo proponérmelo pero la distancia me resulta insalvable. Bastaría un salto, me dices. Sólo hay que decidirse, zambullirse. Intentarlo. Y te creo. Pero donde tú ves un corto trayecto yo encuentro un inmenso lago. Y me quedo en la orilla, con el agua mojándome los dedos de los pies y la duda devorándome las tripas mientras miro la otra orilla como un sueño inalcanzable.