Puede que el humo negro de la vela quemada cuando suba al cielo irrite el lagrimal de tu dios. Puede que la blanca cera derretida cuando baje a la tierra ciegue la mirada de tu infierno. Puede que, molesto o compadecido, el objeto de tus rezos o el destinatario de tus miedos intercedan para eliminar tu pena. Puede. Pero mientras la mecha se consume, la zozobra te atormenta y la respuesta no llega. Quizá despiertes cuando la llama te punze la piel y descubras que sólo tu mano puede borrar el quebranto.
Puede
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