
Ahora, por fin, no tengo prisa. Después de toda una vida corriendo, pendiente del reloj, esperando siempre al momento siguiente, al día de mañana, al mes por venir o al año próximo. Se me pasó el tiempo sin mirar al cielo en el instante preciso y ahora, por fin, no tengo prisa. No quiero contar las horas, no quiero contar los días porque los meses vuelan y los años se acaban. Ahora que el único acontecimiento importante que espero es el final de la partida, he aprendido a disfrutar del juego. Por eso, ahora no tengo prisa y pasaré las horas sin contar mirando el cielo, sintiendo el aire, empapándome de mar.