
Me acosté imaginando la utopía y desperté oliendo a tierra con los pies hundidos en el barro. Enluté mis uñas y ensombrecí los dedos indagando en las entrañas del mundo; un tumor llenó mis manos pero en vez del temido mal que recuerda esa palabra, hallé en él todas las bondades del suelo. Bendita tierra, pensé, que entre el hollín del progreso aún encuentras hueco bajo la negrura del asfalto para ofrecernos tu alimento.