
No tengo palabras suficientes para agradecerte el regalo porque sé que no lo merezco. Al fin y al cabo ¿Qué hice yo por ti? Nada más que intentar obtener el máximo provecho y aún así, sigues ofreciéndome lo mejor que llevas dentro. Guardaré con cariño estas perlas que hoy me entregas y cuando llegue el frío las esconderé de nuevo en tus entrañas para que les des tu calor. Las cuidaré y te cuidaré con la esperanza de que el próximo verano pueda volver a agradecer tu infinita generosidad.