
Cielo, anoche fue especial. Tu sola presencia ya me hizo estremecer. Tus caricias rec0rdaban al viento meciendo los campos de cereales en primavera y la agitación aumentaba cuanto más te aproximabas. La respiración se hizo turbulenta como si negras nubes cubrieran los pulmones hasta que, de pronto, una corriente eléctrica brotó del cuello. Todo el cuerpo se sacudió en un segundo y tus ojos refulgieron en ese instante previo a la sombra y la calma.