
¿Y si el verdadero lujo fuese el espacio? Preguntaba una conocida marca de automóviles para promocionar sus amplios vehículos. Algunos meses después, todas las familias de occidente consideraban imprescindible adquirir uno de esos coches para desplazar a su prole con seguridad y transportar a la vez la innumerable gama de accesorios que vienen de serie con los bebés del primer mundo. Algunos kilómetros más a oriente, quienes dominan al pueblo viajan en jet privado y ven la ciudad desde altas torres acristaladas; allí los monovolúmenes tienen dos ruedas y el verdadero lujo es la libertad.