
En Penny Lane hay un barbero que exhibe las cabezas que ha tenido el placer de conocer; la gente se para frente a ellas y saluda. En la plaza de la liberación de El Cairo un fotógrafo también muestra sus cabezas predilectas pero hoy nadie se para a saludar. Han pasado de escaparate a testigo de los gritos de un pueblo reclamando el fin de la represión.