
Si yo fuera piedra podría contar el paso de los años en el musgo acumulado sobre mi costado. Si yo fuera piedra podría servir de base para un monumento que ayudase a recordar una victoria o un poeta. Los días grises me confundiría con el cielo y en los soleados un rayo realzaría mi lomo. Inmóvil, si yo fuera piedra, contemplaría a las generaciones de mortales, temerosos de la vida efímera, posar su mano cálida sobre mi fría piel de granito envidiando las horas infinitas de muerte eterna.