
El pintor de la mañana agotó el bote de cian y, pareciéndole insuficiente tanta belleza, salpicó el lienzo con una bandada de aves mientras el reflejo del sol, desperezándose aún tras el horizonte, hinchaba de naranja las nubes. Creo que yo tenía una historia triste que contar pero se me olvidó al salir a la calle y ver el cielo.