Apagas el despertador de mala gana y te levantas gruñendo “cuando todavía duerme el sol”. Un café con sueño y algo parecido a unos buenos días. Sales de casa y el frío te arrea un bofetón. Cuando entras en la oficina, el ambiente te da en la otra cara. Así un día tras otro. Parecida tarea tienen las garcetas que cada mañana, como tú, salen de sus confortables nidos en las lagunas del Parque del Sureste para sortear el tráfico y llegar a donde tienen la comida. Cuando se ponga el sol os encontraréis en el atasco de vuelta.
Rutina
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