
Tú rebuscabas entre los foulards y yo me probaba chapeaux cuando nuestras miradas se cruzaron. Sólo el instante suficiente para dejarme tus ojos clavados como una astilla bajo la piel. Se difuminó el entorno y olvidé mi objetivo porque sólo puedo recordar la luz cenital que daba brillo a tus pupilas.
Lindo!
Corrijo. RELINDO.