
Cuando piso las rocas, una imagen se desvanece entre la bruma y regreso al pasado. Siento un aliento desconocido, aunque familiar que me lleva a pensar que quizá ya estuve aquí siendo fenicio o romano. O quizá unos pocos años antes, cuando sueños y recuerdos se confundían como los guijarros de ocre que ahora crujen bajo mis pies.