
A la virgen se encomiendan los Moliceiros de Aveiro (o Musolheiros) mientras esperan sobre la arena de las interminables playas atlánticas a que vengan a por ellos para hacerse a la mar. Sobre las olas gigantescas vuelven a encomendarse a la virgen para que, ayudados por yuntas de bueyes, puedan recolectar kilos de sardinas que acaban en el plato . Cada uno de estos Moliceiros es una obra de arte, tanto pictórica como poética. Quizá porque toda la ría es una poesía.