
Yo sé que un ángel me vigila. No me dirige ni me lleva de la mano ni me aparta los obstáculos pero está cerca para protegerme aunque muchas veces me deje tropezar. Yo sé que un ángel me vigila porque hay días que lo siento y me recomienda sin palabras ni gestos el camino a seguir. Casi siempre pienso que llevo mi ángel dentro pero hay días que el muy pícaro se exhibe: se apodera de una forma humana y me guiña un ojo. Yo sé que un ángel me vigila y lo reconozco porque la sombra de sus alas le delata.