
A finales del siglo XIX se ideó un sistema de transporte que permitiera a los vecinos de Monte llegar hasta la capital de de Madeira. Este sistema consistía en unos carros de cesto que aprovechaban el pronunciado desnivel de la isla para deslizarse a grandes velocidades por las empinadas cuestas de la localidad dirigidos por expertos carreiros. Hemingway, casi más conocido por difusión de las tradiciones a este lado del Atlántico que por la literaratura, decidió experimentar este descenso y desde entonces se convirtió en una atracción turística que casi ningún visitante quiere perderse. La emoción está asegurada.